¿Dispuesto a vivir?

Vivir significa enfrentarse a la vida. Reir, discutir, sentir. Enfadarse y alegrarse. Opinar. Aceptar y rechazar. Vivir comprende un término base: luchar. Desear no morir. Querer seguir adelante siempre. Vivir significa querer vivir bien. No dejar que el tiempo pase y morir deprimido. Intentemos hacer que nuestra vida sea mejor. Hablemos... No sé, ¿de vivir?

martes, 30 de noviembre de 2010

Felicidad



Cuando nos hablan de felicidad normalmente no sabemos a qué se refiere la gente. Hay muchos tipos de felicidad y demasiadas facetas de la vida en las que ser feliz.

Mirando la R.A.E he llegado a una conclusión clara, la felicidad completa existe. Según sus acepciones, exactamente la primera, una persona es feliz cuando recibe un bien, genial, zas en toda la boca a todos, venga, mintámonos, el dinero no hace la felicidad, que va… ¡Según ellos sí! Imagínate, tienes muchos millones y cada día te puedes comprar un montón de cosas que te hacen feliz… Pero esa felicidad es efímera.

No existe una persona que sea completamente feliz. Si alguien viene a restregártelo, miente. El caso es que una acumulación de acontecimientos que desencadenen determinados sentimientos sí que te pueden hacer feliz. Si alguien a quien ves todos los días está feliz, en serio, dale la enhorabuena, ha conseguido engañarse de una manera abrumadora.

Pero en general, en la vida no existen realmente las cosas absolutas, así que en esto de sentir no iba a ser distinto. En la sociedad que estamos nunca podrás ser feliz completamente, siempre querrás algo más, buscarás algo más, o necesitarás algo más. Siempre habrá algún vacío que llenar y que te alejará de esa felicidad total.

Ahora mismo soy feliz, he conseguido mis seis primeros créditos en la universidad, he dormido toda la tarde y sé que tengo una razón que siempre incentivará al resto: Hay alguien en el mundo que corresponde mi amor, y eso sí que me hace feliz y hace a las demás causas más pequeñas.

¿Dentro de un rato? No seré feliz. No tengo café y me va a tocar bajarme al chino ahora, con el frío que hace, a comprarlo porque me toca quedarme hasta tarde estudiando. Mañana tengo un examen que no se que esperar de él y, aun que se que hay alguien que me ama, joder, el resto de cosas me hacen mucho la puñeta.

Así que no, la felicidad absoluta no existe realmente. Pero en el fondo… ¿Podemos juzgar a alguien por querer engañarse?

sábado, 27 de noviembre de 2010

Prólogo


Revisando archivos de ordenador encontré el borrador del prólogo del cual iba a ser mi primer libro (exactamente del 19/11/2006). Sí, con diciséis años ya parecía que sabía hacia donde iba a tirar. Se trata de una gran historia de ciencia ficción (pese a que el prólogo sea de fantasía total) y no me quedó otra más que abandonar el proyecto. Era algo demasiado grande para mi corta edad y, pese a que han pasado cuatro años, sigue siendo algo demasiado fuerte. Me falta ver mundo, me falta vivir, sentir un montón de cosas que aún no he sentido, necesito ver un atardecer en egipto, necesito ver un amanecer en túrquía... Necesito demasiado. Y como no creo que realmente ningún día pueda llegar a proteguirlo aquí dejo el pruebo, recién retocado, de lo que un día quiso ser y nunca será.

Prólogo

Cabalgaba con su montura como si fueran uno. Su caballo, de un blanco deslumbrante desentonaba en la noche y parecía una estrella en movimiento. Ella, por su parte, parecía una Diosa recién caída del Olimpo. Su largo cabello de un rojo atronador que caía totalmente sobre su hombro izquierdo chocaba con el azul celeste de su túnica y se adaptaba de forma casi obscena a la capa azabache que acariciaba su espalda mientras danzaba al son del viento. Irradiaba una energía estremecedora y, las ramas y hojas secas de los otoñales árboles a su alrededor, parecían asustarse y apartarse ante su majestuosidad. Sin olvidar sus ojos, esos ojos de un azul tan intenso y sereno a la vez que habrían vuelto gélido al mar.

Introdujo la mano en una pequeña de bolsa de tela plateada que colgaba de la cinta negra que actuaba de cinturón. Sacó de ella un fino polvo brillante de un tono rojo intenso, estiró el brazo con él en la mano y lo dejó caer al suelo con sutileza, sin apartar en ningún momento la mirada de su camino.

Según caía empezó a brillar exuberante, provocando tras su rastro que el aire se agitara. En el instante que rozó el suelo, cada partícula de polvo provocó un chasquido cual hojas rotas y, por arte de magia, empezó a arder, provocando que se creara una pequeña llama la cual se fue incrementando hasta provocar que todo el bosque ardiera, paulatinamente, persiguiendo a esa jinete huidiza.

La mujer de pelo candente al ver por el rabillo del ojo el efecto que había provocado, empezó a murmuras unas palabras inteligibles. Dignas de un loco o de alguien demasiado cuerdo. Las palabras se fueron entrelazando formando un cántico que provocó que el fuego comenzara a danzar a su son. Con cada nueva estrofa de la melodía el fuego se expandía más y más por el frondoso bosque, sin parar de ir tras la mujer, pareciendo en ciertos momentos como si pudieran llegar a tocarla. Eso era, el fuego quería tocarla, deseaba con lujuria mancillar su pureza.

Alzó las manos soltando las riendas tranquila, mientras su caballo proseguía su andadura con naturalidad. Colocó las yemas de tres de sus dedos en sus pómulos y, en un gesto rápido y agresivo, los echo hacía atrás, provocando sorprendentemente que tres cortes perfectamente rectos y simétricos surgieran a cada lado de su clara tez.

La sangré pugnó entonces por salir. Desde la parte más alta de cada corte surgió una pequeña gota que, tras unos segundos removiéndose, recorrieron sus mejillas hasta desprenderse doloridas del tacto de su piel, pasando a flotar hasta contactar con el fuego que se interponía en su camino

Una gran explosión removió los cimientos de la tierra y todo se detuvo.

El fuego gimió de dolor, la sangre lloró, el bosque aulló apenado y la luna, que miraba todo elegante entre las ramas superiores, vibró. En un instante el fuego cambio su tonalidad, volviéndose primero rojo escarlata y pasando a convertirse en un tono púrpura cegador.

La explosión ceso y el tiempo regresó.

El caballo continuó su trotar y la mujer, sonriente, volvió a agarrar las riendas mientras veía como el mágico fuego a su espalda se apagaba y, según lo hacía todo volvía a renacer. Las ramas secas florecieron, las hojas caídas regresaron a su lugar, la hierba salió airosa de entre la húmeda tierra e inundó todo con su frescura, las estrellas sonrieron y la luna dejó su vaivén para serenarse.

Estaba hecho. El mundo entero había cambiado y no había marcha atrás.


domingo, 21 de noviembre de 2010

La imagen del alma



Dicen que una foto vale más que mil palabras. Como estudiante de comunicación audiovisual me deberían de matar por lo siguiente pero… ¡Creo que es mentira!
Pensaros en la adaptación de cualquier libro al cine. La adaptación siempre es peor, y la parte graciosa es que siempre decimos que se dejaron de contar cosas. ¿Sería factible utilizar como guión (que no como libreto, que es como normalmente se utilizan los libros) un libro para hacer su película? No. ¿Por qué? Por que saldrían películas de siete horas, y por lo tanto, la foto no valdría mil palabras, valdría lo que vale el libro, exactamente.

¿Por qué esta defensa de los libros? Porque, a diferencia de las películas, tienen una atemporalidad mayor, y tienen una característica mucho más importante: Las buenas películas son las que se ven en el cine, por lo tanto, están hechas para el gran público, para que una amplia cantidad de gente vea lo mismo o intente ver lo mismo, sin embargo los libros son distintos, son algo personal, algo para el público en general pero que se disfruta individualmente. Una película trabaja en tu cerebro el tiempo que dura, unas dos horas, pese a que te deje moraleja no puede compararse con un libro, el cual ha pasado en tu cabeza horas, incluso días. Puedes volver a ver una película, pero la expectación que te deja un libro de querer ver lo siguiente, no te lo deja una película, no en códigos temporales.

Esto me lleva a la creencia compartida entre libros y películas. ¿Cuál es la verdadera función de ambos? Reventar la imaginación. Hacernos vivir cosas que nunca vivimos y sentir emociones que es probable que nunca sintamos. Hacernos ver otros lugares, sitios en los que nunca estaremos, hacer volar nuestra imaginación, hacernos reír, llorar, hacernos sentir. Que cuando luego nos toque vivir esas situaciones sonriamos estúpidamente porque parece que estamos viviendo un libro, o nuestra propia película.

No sé que me deparará esta vida, pero sí se una cosa. Aun que quizás no me apasionen las asignaturas que estudio, me apasiona el fin. Tanto si termino escribiendo novelas, como dirigiendo películas o, aun que termine simplemente tirando cables, estaré orgulloso de algo: Ser parte de eso que nos hace vivir cosas que nunca vivimos, de eso que hace que puedas olvidarte de tu vida un rato, de la herramienta que hace que se creen en nuestra mente sensaciones que nunca tuviste, seré feliz haciendonos imaginar.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Confianza



Quién dijo que es fácil confiar, que seguro alguien soltó tal perla, era gilipollas. Confiar es difícil y cuando te pasas una vida siendo desconfiado, más.

Las relaciones afectivas de todo tipo se basan en eso, en dar y recibir confianza, en expresar sentimientos. No te confundas, que alguien te cuente toda su vida con detalles no implica que confíe en ti, solo que es un poco charlatán. La verdadera confianza se basa en la expresión de los sentimientos, ser capaz de mostrarte tal y como eres cuando lo pasas mal, e intentar contagiar tu felicidad a quien deseas cuando estás bien.

A lo largo de tu vida te vas a encontrar multitud de personas que valoran en distinta medida la confianza. Hay gente frívola, para mal, a los cuales no les importarás nada, cuando te abras a ellos te rechazarán o simplemente se pondrán a pensar en otra cosa. Por otro lado hay otro tipo de personas que, al contrario, te escucharán y te prestarán atención, se interesarán. Cuidado, aquí hay dos tipos de personas, aquellas en las cuales puedes confiar ya que pueden convertirse en el tiempo en amigos verdaderos, y las peores, las que utilizarán la información que les des para hacer daño.

No se me puede olvidar la peor calaña a nivel de confianza, la gente que te oprime y te subyuga, esa que intenta obligarte a confiar en ellos, esos que, por intentar saber más, te intentan obligar a confiar, para intentar crear lazos que puede que tu no quieras crear. Cuidado con ellos. Cada persona tarda más en abrirse o no, y luego está el hecho de que quieran hacerlo o no, nunca intentes obligar a alguien a que confíen en ti, no funciona, y alejarás a esa persona lejos, muy lejos.

Pero en la confianza no es todo malo. Al final del camino, cuando confías en alguien y te devuelve ese sentimiento, puedes declarar que has encontrado un amigo de verdad. Ese que no quiere saber por saber, el mismo al que le interesa lo que te pase y como te pase por que disfruta compartiendo esos sentimientos contigo. Al que le da igual lo que le vayas a contar, llorará contigo y brincará de emoción con tus sonrisas. De igual manera tú lo harás con ella, y te darás cuenta de algo, poder confiar plenamente en alguien ha sido lo más difícil en tu vida, pero una vez lo tienes no quieres dejarlo escapar.

Para Cris,
feliz cumpleaños rubia.

martes, 2 de noviembre de 2010

Mi mitad



Dice una antigua leyenda que los dioses ancestrales dividieron a las personas en dos. Este hecho poco casual provocó que el alma de cada persona, y su ser en general, fuera separada de la otra mitad de su existencia. Nos maldijeron, sí, pero también nos dieron un regalo, la oportunidad de encontrar a nuestra otra mitad, la posibilidad de llegar a sentirse completo, de sentir lo que es el amor de verdad.

Me siento vacío. He encontrado a mi mitad, a la persona que me hace sentirme completo, absoluto, que me hace ser feliz. ¿Las mariposas en el estómago? Existen, soy testigo de ello. Pero mi mitad se ha alejado, y el problema viene ahora, cuando las mariposas se encogen, se resguardan en un frío asolador que hace que solo puedan aguardar, esperar a que alguien las inunde de nuevo con su fuego y las despierte. ¿Problema? Ese alguien es el mismo que la despertó primigeniamente.

Todos nacemos con ese sentido de “vacío”. El caso es que, hasta que alguien no lo llena, no somos conscientes de que lo poseemos y, cuando esa persona se aleja, nos golpea de tal manera que te quedas sentimentalmente noqueado. Sí, estoy aturdido. He pasado un día bastante depresivo, mis típicas bromas bañadas en perversión han salido forzadas, mis ojos intentaban evitar estallar en un llanto. Lo evité sí, hasta que en la soledad, cuando las mariposas de mi estomago se criogenizaron totalmente, me rompí e inevitablemente volví a llorar.

Llorar es una expresión de los sentimientos incontrolable que nos hace en parte lo que somos, humanos. Los seres humanos son, según los estudios científicos, el único mamífero capaz de llorar en consecuencia a un estímulo sentimental, no solo frente al dolor. A lo largo de la mañana he llorado, incapaz de detenerlo y ofuscado de que sucediese. Por la tarde, más de lo mismo. Ahora durante la noche… Estoy por rezarle a Dios, cosa que no hago nunca, y pedirle que se apiade de mí. No me gusta llorar, me hace expresar mis sentimientos de forma incontrolada y no me gusta que las cosas escapen a mi control, que la gente me vea y sepa que soy frágil.

Mi mitad se ha alejado de mí. Maldigo a aquellos dioses que me dividieron, que me hicieron necesitar a otra persona, pero inevitablemente los bendigo. Gracias a ellos he conocido el sentimiento más bonito que hay, amar, del cual he huido desde que tengo juicio. Aborrezco que me hagan llorar de tristeza, sí, pero también sonrío taimado por las otras lágrimas, esas que se me escaparon sin querer la primera vez que me dijiste te amo, las mismas que cuando por las noches te abrazaba se escapaban inevitablemente y sin que lo supieras mojaban mi almohada, nuestra almohada, esas que me hicieron débil ante ti cuando me miraste a los ojos y me sentí a salvo, tranquilo… Las mismas lágrimas que me hicieron, solo a tu lado, sentirme completo.