¿Dispuesto a vivir?

Vivir significa enfrentarse a la vida. Reir, discutir, sentir. Enfadarse y alegrarse. Opinar. Aceptar y rechazar. Vivir comprende un término base: luchar. Desear no morir. Querer seguir adelante siempre. Vivir significa querer vivir bien. No dejar que el tiempo pase y morir deprimido. Intentemos hacer que nuestra vida sea mejor. Hablemos... No sé, ¿de vivir?

lunes, 18 de octubre de 2010

"Love..." Ten cojones de traducirlo



Estoy indignado con el castellano. Hoy he descubierto la mala leche que me produce que sea una de las mejores lenguas (si no es la mejor) para expresarse debido a su gran amplitud léxica y gramatical. Me pone de bastante mala ostia tener tanta multitud de palabras para expresarse y que, cada una de ellas, tenga un significado distinto, aun que eso signifique únicamente incluirle a otra palabra similar un matiz distinto haciendo que ya no signifique lo mismo.

Envidio a los ingleses y su “I love you”. Es patético. ¿Dónde queda la nivelación significativa? Les envidio por su sencillez. ¿Quieres a tu madre? I love my mum. ¿Quieres a tu perro? I love my dog. ¿Amas a tu novio? I love my boyfriend. Sencillo como nada. Cuando sientes que tienes un mínimo acercamiento con alguien que implica un sentimiento ciertamente cercano dices : I love you. ¡La jodimos con el español! Te quiero, te amo, te aprecio, te estimo, te anhelo. Multitud de palabras que significan lo mismo con una graduación diferente.

Que exista esta variedad de significados no es problema, el diccionario contiene miles de palabras que nunca aprenderemos, y que jamás usaremos ni veremos. El problema es cuando el tema a tratar te toca la fibra. ¿Cómo sabes cuál es la palabra adecuada que debes utilizar sin equivocarte? Buscando en la rae descubrí que amar es desear, el caso es que querer también posee la acepción de desear. Por lo tanto amar está contenido en querer en tanto que querer tiene más significados. ¿Por qué cojones amar en la vida real es más difícil que querer? ¿Por qué hablamos del amor verdadero y no del querer verdadero? O más complicado aún. ¿Por qué cuando te dicen te amo tu mundo revienta pero si te dicen te quiero solo tiembla?

En todas las parejas hay un momento para querer y para amar. Decir una cosa u otra implica lo mismo, no quiere decir que por amar a alguien estés en un punto de la relación más lejano que si lo quieres. No gramaticalmente. Entonces para analizar correctamente esto deberíamos meternos a evaluar realmente las implicaciones emocionales, psicológicas, culturales y sociales. Pero no me da la gana. Que los que tengan pareja lo discutan entre ellos y, consejo para los que la tengan un día, no digáis te amo, no os molestéis, no os preocupéis si lo decís y no os corresponden exactamente con la misma palabra. Igual te dice que te aprecia y para el significa más, así que os propongo algo más sencillo... ¡Preguntaselo!

miércoles, 13 de octubre de 2010

Miedo y esperanza



Abro la puerta y te veo a través de la luz cegadora. Sonrío tímidamente y mi mundo se desmorona con sus múltiples capas de drama a la espalda.

Miedo. La coraza tenía un cerrojo, quien iba a pensarlo y tú, para mi suerte o desgracia, has encontrado la llave. llave que me hace frágil, que me hace ser yo, sin aditivos baratos, sin conservantes caros, simplemente yo. Con todo esto me aterrorizo. Soy frágil. Puedes hacerme daño y lo sabes y, al igual que tú puedes, yo puedo hacerme daño a mí mismo. Temo sentir demasiado rápido, entregarme de forma inútil, perder el tiempo, que me engañes. Tengo miedo de que no estés ahí, de que te canses de mí, de que me quieras olvidar, que un Romeo se cruce en tu camino y me abandones, que te arrepientas, que te avergüence, que me dejes desolado. Miedo. Y el miedo duele. Me duele no poder ver esa sonrisa pícara al despertarme en un día lluvioso, no saber qué estarás detrás de la puerta esperando que la cruce para besarte, no poder mirarte mientras te fumas un simple cigarro aun que no hablemos. Me duele que no estés a mi alcance. Me duele no poder parar de pensar en ti en todo momento.

Sin embargo el miedo y el dolor se acoplan para aterrorizarme, hacerme ver lo peor, y ahí apareces tú, con la llave de mi coraza en una mano y una caja de herramientas para arreglarme en la otra.

Esperanza. Eso es lo que traes contigo. La esperanza de ser feliz, de ver tus ojos deslumbrándome, de sentir tu calor en un abrazo eterno, de fundirnos en uno. La esperanza de sentirme completo, de que siempre estés ahí esperándome, de que te quedes embobado mirando las carantoñas que hago. El sentimiento mutuo de afecto, la esperanza de jamás separarnos. Pero la esperanza trae la incertidumbre. La incertidumbre de cuánto durará, de si es pasajero o no, de si lo que empiezo a sentir es amor o una mera ilusión y, con todo esto, vuelve el miedo, creando una espiral eterna, un énfasis de sentimientos inconexos que me hace temblar y agitarme.

A la mierda. Pensar es malo, se que ahora te quiero, te necesito a mi lado y como no te tengo no paro de pensar en ti, que no te cambio por nada ni nadie. ¿Mañana? Dios dirá, que yo por hoy me cansé de pensar y mirar embobado a la pescadilla que se muerde la cola no soluciona nada.

martes, 5 de octubre de 2010

Llaman.


Es tarde, muy tarde, una hora de esas intempestivas. Llaman a la puerta y tú, instintivamente, gritas. Tu primera reacción es gritar por qué no te lo esperas. Es tarde, de verdad, y la oscuridad predomina en la escena, en tú escena. Intentas ver alrededor, intentar recordar dónde estaba la puerta a la que han llamado, la puerta que quieres abrir.

Estas aterrorizado, la congoja atenaza tu cuello, te falla la respiración. Intentas coger aire y no puedes, cuentas: Uno, dos, tres. Cuentas hasta tres, tres veces. Tu respiración se normaliza. Pero sigue esa oscuridad.

Sales al pasillo, pensando si era a la derecha o a la izquierda. Vuelven a llamar. Tu corazón palpita desenfrenado. Tragas saliva. Aún el miedo agarrota tus extremidades. Miras hacia el frente y ves una luz. Una luz que rompe tu oscuridad, que la atraviesa sin ningún miramiento, sin la mínima señal de respeto. Tu confianza aumenta.

Caminas hacia ella y ves la puerta, la tocas, sientes su fino tacto atrayente, su dulce complexión. Te da miedo, la confianza da asco y esa puerta promete demasiado. Sin embargo está la luz, esa luz que, casualmente, se inclina buscándote, desentrañando tu pecho, deteniéndose en tu corazón. Estas acojonado. Alzas la mano hasta rozar el pomo de la puerta, lo acaricias, lo sientes, está frío, sientes como en invierno, cuando deseas llegar a tu casa y entrar para recibir a brazos abiertos el calor ficticio de la calefacción. Recuperas tu confianza. Inhalas aire y lo guardas, te creces, sintiendo que es lo que tienes que hacer, lo que debes hacer, aun que es tarde, aun que tienes miedo. No lo piensas más.

Giras el pomo…

viernes, 1 de octubre de 2010

Sexo II: Espermatozoides multiusos




Dado mi reciente y bastante sorpresivo descubrimiento de que el mundo está lleno de pervertidos indecentes que ven la palabra sexo y leen lo que sea -sí, premio gordo, mi entrada más leída es la apología del sexo con los trident, no venden los textos profundos, no, vende la carne… ¡Welcome to Spain!- he decido retomar el tema y, para ello, hablaré de… ¡Los espermatozoides! Esos pequeños desconocidos.

Bien, no voy a tratar este tema de forma escatológica pero si aviso de que utilizaré palabros como corrida, semen, lefa… blah, blah. Se trata de una guía básica y rápida para pánfilas y pánfilos respecto al movimiento de esos pequeños cabezones blancos. Para ello cada párrafo romperá ciertos mitos que a lo largo de mi existencia he tenido la desgracia de quizás vivir, y de escuchar en la radio (premio para los de ponte a prueba, que gracias a las llamadas que les hacen existen estas entradas).

1.- ¡Los espermatozoides no nadan!
Una vez escuché por la radio a una mujer, posiblemente rubia cerebral, comentar que había mantenido relaciones sexuales con su novio en una piscina y que estaba atemorizada de poder estar en cinta, pese a que su novio se corrió fuera. ¡Golfa! Primero no me preocuparía de donde se corrió, me preocuparía más del hecho de que antes de llover chispea, y dudo mucho de que usaras cierto artilugio llamado profiláctico en una piscina- seguro que el latex se jode con el cloro-. Así que preocúpate de los espermatozoides intrépidos que se liberaron dentro, no de los pobres ahogados que murieron fuera, porque sí, es increíble, pero los espermatozoides no nadan, pese a que los videos que nos ponen de niños en biología puedan hacer creer lo contrario y, lo que es más acojonante, no tienen ojos. Con lo que a menos que los espermatozoides tengan integrado un GPS en su interior y no mueran ahogados ¡No van a ir a tu vagina por inercia!

2. ¡Es semen, no un puto dentífrico!
Llamó un novio atemorizado, es lógico, yo también lo estaría, porque su novia le pedía eyacular en su boca o en su defecto le hacía correrse en un recipiente que iba directo a la nevera por que usaba ese líquido tan, parece ser, estimulante, para… ¡Blanquearse los dientes! A ver, hija mía, ahora en serio. ¿No te basta con el puto Colgate triple acción con fase extra blanqueadora que anuncian hasta en la tele? Al parecer prefieres un remedio más natural, sí, seguro que también eres vegetariana pero… ¡Joder! Pensemos un poco, si dejarte eyacular en la boca es un poco de cerdas imagínate qué nivel de degradación puedes alcanzar al hacer gárgaras con eso. Aparte de hacerme gracia pese a la tristeza de este hecho no puedo decir nada respecto a la efectividad del tratamiento. Quizás alguien debiera molestarse en investigarlo, imagínate el escaparate del mercadona sin ninguna pasta dentífrica pero con tarros de semen marca blanca con una mujerzuela de sonrisa radiante en la pegatina. Es surrealista de cojones pero, imagínate algo peor… ¡Que de verdad funcione!

3. ¡No te corras en mi cara que llevo lentillas!
Poneos en situación, una adorable mujer de cuerpo escultural con bucles dorados. Ahora imagináosla bizca de un ojo, gritando a grito pelado que le escuece, que se ha quedado ciega, y el novio descojonándose a medio empalmar con esa sonrisita tonta que se nos queda a los hombres tras eyacular. ¡Si te ríes lo que eres es un desgraciado! Las lentillas son una película fina mayoritariamente formada por agua que se adapta al ojo. ¿Te crees que correrte en su cara sin avisar, en su ojo para más inri, dotará a le lentilla de mayor solidez o algo? ¡No! Si ya es jodido que te entre agua en los ojos cuando vas a la piscina imagínate lo que tiene que joder que te entre un liquido denso que además empezará a relacionarse con la lentilla de tu pareja de manera tosca y obscena. No es placentero, tú estás a gusto sí, pero te propongo una aventura… ¡Córrete mientras te raspas contra un cactus cabrón! Así con suerte das tiempo a tu novia, en el tiempo en el que se te cura el pene, de conseguir quitarse las lentillas, dejar de sentirse sucia y ponerse unas nuevas para volver a experimentar lo que es ver.

Hasta aquí este pequeño manual sobre ciertas características de los espermatozoides. Espero que lo disfrutéis. Y por favor, no hagáis nada de esto en casa, por vuestra propia integridad. Gracias.